« En Europa, la verdad reside en aquello que se descubre, es la aletheia, mientras que en Japón lo más importante es lo que está escondido. ... ¡Qué inconmensurable es la distancia que separa a ambas civilizaciones! »
En esta colección breve de ensayos, Introducción a la cultura japonesa (Ed.Melusina), Hisayasu NAKAGAWA muestra una doble intención: dar a conocer la cultura nipona al lector occidental – y en particular al público francés – y que Occidente vea Japón no como una cultura exótica, sino distinta a la suya.
Gran conocedor de la lengua y culturas francesas, a través de estos breves ensayos, NAKAGAWA nos ofrece algunas pinceladas de la cultura, costumbres, filosofía, etc. de su país de origen. Que nadie se tome este libro y su título en el sentido más estricto de la palabra –“Introducción”– , porque podría caer en equivocación. NAKAGAWA no ofrece, ni mucho menos, una visión pormenorizada de la cultura nipona en general, ni de ninguno de sus aspectos en particular. Sino que nos brinda pinceladas de alguien que vive entre dos mundos (el oriental y el occidental), para que nosotros las utilicemos como herramientas para borrar los tópicos que tenemos de ese país lejano y “exótico” que es Japón.
A lo largo de sus páginas, podremos reflexionar sobre cómo los occidentales hemos aprendido y aprehendido que el sujeto determina la acción. Básicamente porque, según nuestra tradición – de base judeo-cristiana– dios (un ser trascendente, con capacidad para crear y modificar) creó la vida y todo lo que la rodea y se deriva de ella.
La tradición nipona, sin embargo, tiene sus fundamentos en el origen espontáneo de las cosas: se hacen por sí solas, sin necesidad de nadie que las cree. De ahí que se vea al sujeto como un ser pasivo, que asume la acción, determinada por sí misma.
El individuo es, además, según la cultura japonesa, una parte pequeña de un conjunto mucho mayor, la sociedad – comprendida como un todo unitario. En ese todo, en ese conjunto, la uniformidad prevale ante la (“desestabilizante” y algo “mal” vista) originalidad. Y donde es fundamental la importancia de los deberes y obligaciones de cada individuo para con el resto de la sociedad.
En esta colección breve de ensayos, Introducción a la cultura japonesa (Ed.Melusina), Hisayasu NAKAGAWA muestra una doble intención: dar a conocer la cultura nipona al lector occidental – y en particular al público francés – y que Occidente vea Japón no como una cultura exótica, sino distinta a la suya.
Gran conocedor de la lengua y culturas francesas, a través de estos breves ensayos, NAKAGAWA nos ofrece algunas pinceladas de la cultura, costumbres, filosofía, etc. de su país de origen. Que nadie se tome este libro y su título en el sentido más estricto de la palabra –“Introducción”– , porque podría caer en equivocación. NAKAGAWA no ofrece, ni mucho menos, una visión pormenorizada de la cultura nipona en general, ni de ninguno de sus aspectos en particular. Sino que nos brinda pinceladas de alguien que vive entre dos mundos (el oriental y el occidental), para que nosotros las utilicemos como herramientas para borrar los tópicos que tenemos de ese país lejano y “exótico” que es Japón.
A lo largo de sus páginas, podremos reflexionar sobre cómo los occidentales hemos aprendido y aprehendido que el sujeto determina la acción. Básicamente porque, según nuestra tradición – de base judeo-cristiana– dios (un ser trascendente, con capacidad para crear y modificar) creó la vida y todo lo que la rodea y se deriva de ella.
La tradición nipona, sin embargo, tiene sus fundamentos en el origen espontáneo de las cosas: se hacen por sí solas, sin necesidad de nadie que las cree. De ahí que se vea al sujeto como un ser pasivo, que asume la acción, determinada por sí misma.
El individuo es, además, según la cultura japonesa, una parte pequeña de un conjunto mucho mayor, la sociedad – comprendida como un todo unitario. En ese todo, en ese conjunto, la uniformidad prevale ante la (“desestabilizante” y algo “mal” vista) originalidad. Y donde es fundamental la importancia de los deberes y obligaciones de cada individuo para con el resto de la sociedad.
Yo lo recomiendo, personalmente, porque con estos ensayos Nakagawa nos ayuda a huir de los tópicos y nos permite adentrarnos en una civilización extraordinaria. No extraña, sino simplemente diferente.
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