"Últimas tardes con Teresa" de Juan MARSÉ (1966)

Mi opinión:
Barcelona. Años 50. Dos personajes en una misma ciudad: un joven barriobajero, charnego, seductor, dedicado a la delincuencia, y una muchacha burguesa, universitaria, idealista y falsamente rebelde. Una relación amorosa. El cruce de dos mundos completamente opuestos: la burguesía catalana, sumida en una pedante fabulación ideológica; y la clase marginal de aquella época, emigrante en su mayor parte, con importantes carencias e intentando ganarse la vida como puede. Dos mundos en una misma ciudad: el Carmel, por aquel entonces barriada con una elevada delincuencia; y Sant Gervasi, barrio rico y exclusivo. Dos razas: la chica catalana, el joven gitano y charnego.

Últimas tardes con Teresa” consolidó internacionalmente a Juan MARSÉ. Con un narrador en tercera persona, el autor ubica la novela en su ambiente habitual y tan conocido, la Barcelona de los años 50. A lo largo de sus páginas, Marsé hace estilo de una lengua rica y expresiva, usando diálogos breves, concisos, que revelarán la personalidad de cada uno de los personajes.

Esta novela nos brinda una imagen de la España de los años 50, cargada de prejuicios y viejos convencionalismos. Y alcanza el punto justo para desmitificar la vida española de la época de posguerra.


Contraportada (Debolsillo):
Ambientada en una Barcelona de claroscuros y contrastes, Últimas tardes con Teresa narra los amores de Pijoaparte, típico exponente de las clases más bajas marginadas cuya mayor aspiración es alcanzar prestigio social, y Teresa, una bella muchacha rubia, estudiante e hija de la alta burguesía catalana. Los personajes de esta novela a la vez romántica y sarcástica pertenecen ya, por derecho propio, a la galería de retratos que configuran toda una época. Hito de la literatura española contemporánea, esta obra consolidó internacionalmente el nombre de su autor.

"Introducción a la cultura japonesa" de Hisayasu NAKAGAWA (2005)

Mi opinión:
« En Europa, la verdad reside en aquello que se descubre, es la aletheia, mientras que en Japón lo más importante es lo que está escondido. ... ¡Qué inconmensurable es la distancia que separa a ambas civilizaciones! »

En esta colección breve de ensayos, Introducción a la cultura japonesa (Ed.Melusina), Hisayasu NAKAGAWA muestra una doble intención: dar a conocer la cultura nipona al lector occidental – y en particular al público francés – y que Occidente vea Japón no como una cultura exótica, sino distinta a la suya.

Gran conocedor de la lengua y culturas francesas, a través de estos breves ensayos, NAKAGAWA nos ofrece algunas pinceladas de la cultura, costumbres, filosofía, etc. de su país de origen. Que nadie se tome este libro y su título en el sentido más estricto de la palabra –“Introducción”– , porque podría caer en equivocación. NAKAGAWA no ofrece, ni mucho menos, una visión pormenorizada de la cultura nipona en general, ni de ninguno de sus aspectos en particular. Sino que nos brinda pinceladas de alguien que vive entre dos mundos (el oriental y el occidental), para que nosotros las utilicemos como herramientas para borrar los tópicos que tenemos de ese país lejano y “exótico” que es Japón.

A lo largo de sus páginas, podremos reflexionar sobre cómo los occidentales hemos aprendido y aprehendido que el sujeto determina la acción. Básicamente porque, según nuestra tradición – de base judeo-cristiana– dios (un ser trascendente, con capacidad para crear y modificar) creó la vida y todo lo que la rodea y se deriva de ella.
La tradición nipona, sin embargo, tiene sus fundamentos en el origen espontáneo de las cosas: se hacen por sí solas, sin necesidad de nadie que las cree. De ahí que se vea al sujeto como un ser pasivo, que asume la acción, determinada por sí misma.
El individuo es, además, según la cultura japonesa, una parte pequeña de un conjunto mucho mayor, la sociedad – comprendida como un todo unitario. En ese todo, en ese conjunto, la uniformidad prevale ante la (“desestabilizante” y algo “mal” vista) originalidad. Y donde es fundamental la importancia de los deberes y obligaciones de cada individuo para con el resto de la sociedad.

Yo lo recomiendo, personalmente, porque con estos ensayos Nakagawa nos ayuda a huir de los tópicos y nos permite adentrarnos en una civilización extraordinaria. No extraña, sino simplemente diferente.

"El asesino ciego" de Margaret ATWOOD (2000)

Mi opinión:
Galardonada con el Premio Booker (2000), “El asesino ciego” va desgranando, página a página, una intrigante saga familiar, la de la familia Chase. Invitando al lector a comenzar el recorrido con la Primera Guerra Mundial, y permitiéndole apearse de esta conmovedora novela al llegar a la actualidad.

Tres voces, tres relatos, tres tramas se entrelazan a lo largo de esta novela de
Margaret ATWOOD.

La autora consigue atrapar al lector hasta sus últimas páginas, donde la intriga queda totalmente desvelada. Para ello,
M. ATWOOD elige tres hilos argumentales que se unirán en un solo hilo narrativo complejo pero, a su vez, no difícil de seguir: una historia de ficción enmarcada en un episodio sobre el adulterio; todo ello contenido en un relato versado sobre el amor y la familia. Y todo ello lo conseguirá, además, superponiendo distintos géneros y recursos narrativos (fantástico, policíaco, memoralista), y manteniendo de principio a fin la intriga que teje la historia de la Familia Chase.

Como ha declarado recientemente Margaret ATWOOD, al recoger el Premio Príncipe de Asturias (2008): « Si las dificultades del mundo no existiesen, quizá la novela no tendría nada que contar; y si se eliminasen, los escritores no tendrían nada de lo que escribir, porque nadie quiere leer acerca de lo estupendo y perfecto que es todo un día y otro, porque después de tres días estupendos dejas de leer. »

Contraportada (Ediciones B):
Avilion, una mansión familiar convertida en símbolo de una época perdida. Un matrimonio movido por la codicia. Un amor clandestino y una pasión irrenunciable. El estadillo de la guerra.Irin Chase, ya anciana, invoca el pasado con la distancia y el escepticismo de quien no tiene nada que perder. Su mirada lúcida e irónica se pasea por los salones poblados de sedas, gasas y plumas de avestruz. Contempla las huelgas, cierres de fábricas y el idealismo de los jóvenes comunistas; los viajes en lujosos transatlánticos y los encuentros en sórdidas pensiones. Y al recordar, arranca máscaras, descubre la relación que la unía con su hermana Laura y los hechos que marcaron el destino de ésta, observa las consecuencias de sus actos de juventud y busca, sobre todo busca, justicia, desvelar la verdad y con ella encontrar el amor y el perdón.