"Industrias y andanzas de Alfanhuí" de Rafael SÁNCHEZ FERLOSIO (1951)

Contraportada (Ed. Booket):
Alfanhuí tiene los ojos amarillos como el alcavarán. Era, de chico, amigo de los lagartos, pero también del gallo de una veleta que le enseñó muchas cosas sobre los colores. Después estudió con un taxidermista que tenía una criada que un día se puso verde y se murió. Alfanhuí es el espectador itinerante de hombres extraños pero reales. Él vive las aventuras sin inmutarse, adaptándolas a una cotidianiedad fantástica en la que lo estridente no existe. Entre andanza y andanza crece más sabio y quizás más triste. Lo que le interesa conocer no es la verdadera realidad, sino el ensueño que la envuelve; no es el mundo tal cual, sino la artificiosa fantasía de una ilusión. Con algo de Charlot y algo de Lazarillo, pero sin el aspaviento de don Carnal o la penuria del mísero, en los viejos pueblos y las polvorientas rutas que Sánchez Ferlosio magistralmente pinta, Alfanhuí, industrioso y andante, nos deleita.

"La espuma de los días" de Boris VIAN (1946)

Contraportada (Alianza Editorial):
Ambientada en un universo cercano a lo surreal, típicamente representativo de la vida y de la obra de Boris VIAN (1920-1959), LA ESPUMA DE LOS DÍAS, calificada en su día por R.Queneau como "la más desgarradora novela de amor contemporánea", narra dos historias de amor paralelas protagonizadas por unos personajes de alma adolescente - distintas manifestaciones, en realidad, de una misma y única pugna: la de la pureza frente a un mundo hostil -. Sorprendidos primero, y luego superados por la lógica absurda de unos acontecimientos que no controlan - trasunto, en último término de la lógica que rige la vida -, Colin y Chloé, Chik y Alise, asisten con impotencia a su inexorable y, a la postre, brutal expulsión del paraíso, revelándose la novela finalmente como la fúlgida y dolorosa metáfora de la destrucción de la inocencia.