"Mujeres encontradas" de Fernando BELTRÁN (2008)

Mi opinión:
Fernando BELTRÁN ha declarado: « el alma femenina nunca se acaba de conocer. Los hombres somos más simples, más fáciles de conocer, pero la mujer, como la poesía, es un pozo sin fondo en el que nunca puedes llegar al final. Y eso que yo no me he limitado a tocar sólo la parte amable sino que he entrado en los territorios más frágiles y sensibles. Hablo de certezas, pero también de dudas y contradicciones porque eso es lo que es el mundo de las relaciones humanas ».

Y es lo que me ha transmitido el autor a través de las palabras que componen ‘Mujeres encontradas’: un alma de mujer que no es única ni unitaria, sino diversa y múltiple; que se mueve entre los extremos opuestos y los puntos intermedios; que es difícilmente repetible; que de lo amplia que se presenta resulta complicado de comprender, y mucho más complejo sería extraer un único patrón para conocer a todas las mujeres.

No sabría decir si ‘Mujeres encontradas’ es poesía relatada o un conjunto de relatos poéticos. Quedémonos en que el último libro de Fernando BELTRÁN recoge 42 relatos en prosa (poética). Cada uno de ellos cuenta una historia vivida por el propio poeta, o una historia escuchada en boca de otras mujeres. Distintos tipos de mujeres. Diferentes arquetipos de almas femeninas. Quizá no estén todas representadas. Pero hay una buena ‘selección’ (por llamarlo de algún modo).

No sólo nos atrapan las palabras de cada relato y las emociones que nos transmiten. También nos llega a cautivar la ‘escultura ambulante’ que lo acompaña: la forma femenina que representará cada una de esas distintas almas de mujeres. Como definirá el propio F.Beltrán: « son figuras de alambre que nos recuerdan que el amor y la belleza son los territorios más frágiles que existen ».

Fue un excelente regalo. Y una exquisita lectura.

Contraportada (Ediciones Sins Entido):
«Cita previa

Digámoslo pronto y antes de que el ojo se acostumbre a ellas. Estas mujeres entraron un día en mi vida y ya nunca la abandonaron, aunque con todas y cada una llegó siempre también el momento de dejarnos. Muertos de sed, de frío y de ignorancia. Porque se muere de todo. Hasta de amor.

Lo demás poco importa. Ahora que está todo hecho, padecido o celebrado, quiero hablar simplemente, como decía Maeterlink refiriéndose a aquellas abejas a las que dedicó su vida, de un objeto conocido y amado

Y que nadie se sobresalte al leer la palabra objeto. Estas mujeres lo son. Y por partida doble. Un objeto encontrado de carne y hueso, o sea, del hierro, alambre o metal con que hice y modelé a todas ellas. Y un objeto onírico, porque cada una de estas historias contadas constituye un hecho exclusivamente poético. O sea, real.

Objetos estéticos, y desmesurados por tanto, cuya posible semejanza con cualquier ser conocido es mera coincidencia. O pura reincidencia del autor, en todo caso, que tal vez acabó confundiendo lo uno con lo otro, o confundido él mismo entre el ser y el amar, fatal dilema.

El Gran ladrón de miel, llamó Maeterlink a una ingente mariposa que penetra de cuando en cuando en la colmena murmurando una especie de encantamiento irresistible que le es propio. Pero que no se confunda nadie, advertía también en otro capítulo de su estudio dedicado a la repercusión de la mano del hombre en la vida de las abejas…

pues el hombre no trastorna jamás la historia de la colmena, porque en cada una de las antenas de estos seres existe desde tiempos ancestrales un sentido desconocido que palpa y mide el alcance de las tinieblas y mientras viva una de ellas el desaliento no entra nunca en la ciudad de las castas bebedoras de rocío.

Hablemos de ellas. »
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"Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" de Haruki MURAKAMI (1994)

Mi opinión:
Te sientes cómodo en una vida de lo más normal y rutinaria. Un buen día, esta aparente y tranquila cotidianidad se viene abajo y te sientes incapaz de reaccionar, de comprender el porqué. Y no cesas de preguntarte: cómo no he sido capaz de verlo antes; cómo es posible que haya llegado a este punto sin que me diera cuenta de nada.

En medio de este repentino caos, empiezan a poblar tu vida personajes nuevos, extraños, algunos incluso con poderes mágicos. Personajes que despiertan en uno mismo sensaciones inexplicables, no vividas hasta el momento; o hechos que escapan a toda lógica – o al menos a aquella lógica en la que uno estaba sumergido y donde se sentía cómodo.

Llega un punto en el que realidad y ensoñación deciden meterse en una misma coctelera. Y resulta difícil discernir las líneas que las separa para, así, comprender mejor qué está sucediendo.

Todo eso – y mucho más – es lo que le sucede a Tooru Okada, el protagonista de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. A pesar de ver como de la noche a la mañana su mujer le abandona y el resto de su micromundo se desmorona, Tooru, un chico treintañero, decide recorrer un largo y extraño camino para recuperar a su mujer – y, por qué no, recuperarse a sí mismo.
La fuerza de confianza de la que MURAKAMI ha cargado a Tooru Okada es impresionante, e incluso el lector puede llegar a ‘sentirla’.

A pesar de ser una novela algo extensa, es una lectura más que recomendable, y quizá hasta podría decir que un libro ‘adictivo’, de principio a fin. Eso sí, en mi opinión, al leerla uno tiene que estar predispuesto a dejarse envolver por un mundo absolutamente raro y excéntrico. Y ha de evitar querer entenderlo todo a toda cosa, y más bien dejarse llevar … dejar que el agua fluya, porque no es bueno que el agua quede estancada.

El joven Tooru Okada, que acaba de dejar su trabajo en un bufete de abogados, recibe un día la llamada anónima de una mujer. A partir de ese momento, la existencia de Tooru sufre una extraña transformación. Su mujer desaparece, comienzan a surgir a su alrededor misteriosos personajes, y lo real se degrada hasta cobrar tintes fantasmagóricos. Mientras los sueños invaden cada vez más la realidad, Tooru Okada deberá resolver conflictos que ha arrastrado a lo largo de toda su vida.
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo pinta una galería de personajes tan sorprendentes como profundamente reales. El mundo cotidiano del Japón moderno se nos aparece de pronto como algo extrañamente familiar.